Después de la simulación… No renunció

Por: Adriana Dávila Fernández

Diputada federal

El pasado primero de marzo cerró el plazo del registro de candidatos para el gobierno de Guerrero, y como es de todos conocido, Félix Salgado Macedonio no renunció a la candidatura, y además, resulta ser que Morena, después de simular todo un proceso para reponer el procedimiento, no ha hecho nada para removerlo, y lo peor es que el denunciado, una vez más defendido desde Palacio Nacional, ya anunció en sus redes sociales, su participación en la nueva encuesta.

Más claro, ni el agua: la candidatura del hoy senador con licencia sigue vigente, y lo será hasta que él mismo presente su renuncia ante el órgano electoral local o hasta que el partido impugne su registro con elementos jurídicos y técnicos.

Vaya simulación la de la Comisión de Honestidad y Justicia, que detonó en su momento, una particular algarabía en colectivos de mujeres y algunos hombres, como si se hubiera tratado de un triunfo real. Gran decepción ocasionó la decisión de no retirarlo de la candidatura ni mucho menos excluirlo de las mediciones. Es una burla, como si las acusaciones en su contra fueran faltas menores. Antes que castigarlo, lo han exonerado de toda culpa, lo cual ofende la inteligencia, la integridad y la dignidad de las mujeres.

Una vez más queda demostrado que aquello de que ‘el pueblo manda’ es una mentira. Las mujeres que se han manifestado, incluso las de su partido, sencillamente no han sido escuchadas.

Es lamentable que de cara al Día Internacional de la Mujer y ante las posibles manifestaciones de hartazgo de millones de mujeres, siga la oprobiosa defensa y el abierto cobijo presidencial a un agresor sexual con fuero, con las desafortunadas declaraciones del «esto es parte de una campaña electoral de nuestros adversarios y lo debe resolver el pueblo de Guerrero», o del «ya chole con eso», o el que se trata de campañas “importadas” de feminismo.

El abuso sexual no es linchamiento político y nada justifica la discriminación ni la indolencia con la que se suele abordar el tema de las mujeres, ni tampoco la terquedad de la dirigencia del partido político para mantener el registro del denunciado. Da pena escuchar al dirigente nacional morenista defender lo indefendible, en acato a las órdenes de su jefe. Allá él.

Al tratarse de un hombre acusado penalmente por el delito de violación, el fondo del asunto no es solo que el candidato renuncie, sino que Morena no haya presentado, desde el principio, una ruta definida para que su grupo en el Senado de la República iniciara el proceso de desafuero, de modo que pudiera ser juzgado, por la fiscalía general o la estatal y como cualquier ciudadano, por los crímenes que cometió, de los cuales al menos se han abierto cinco carpetas de investigación.

Hay otras candidaturas impresentables como ésta y otros casos que causan indignación, como las acusaciones, también de agresión sexual, en contra de Andrés Roemer, en la Ciudad de México. La autoridad tiene que investigar las denuncias contra hombres que usan su poder político, intelectual o económico para llevar a cabo este tipo de conductas.

Mientras el poder político defienda el pacto patriarcal y lo cubra con su manto de impunidad, tendremos que ser las mujeres las que con pasos firmes y valientes, señalemos a los agresores, denunciemos todo tipo de violencia de género y nos apoyemos entre nosotras para que ninguna más en este país sea agredida. Esto solo se logrará cuando las que lleguen a los cargos de decisión tengan la valentía y el coraje para asumir su responsabilidad y procurar justicia. No como las arrepentidas del gobierno federal ni las supuestas líderes feministas de izquierda, que hoy con su silencio escandaloso, también sentencian y validan la violencia contra las mujeres.

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