El PRI, Alito y Tlaxcala

Marco Antonio Ferriz ZMarco Antonio Ferriz Z.

Por lo sucedido el pasado domingo 5 de junio, las elecciones que sirvieron para renovar gubernaturas en seis entidades de la República fueron las últimas en las que Alejandro Moreno estuvo al frente de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Su liderazgo ha sido el peor de todos en la historia tricolor. No sólo ha quedado dramáticamente reducido el número de estados gobernados por el partido, sino que en algunas entidades de la República su registro o acreditación apunta a la desaparición.

Véase, si no, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) en Quintana Roo, donde el PRI apenas alcanzó el 2.9 por ciento. O en Hidalgo, estado gobernado por el PRI durante más de 90 años, donde la diferencia con el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados fue de más de 2 a 1, resultado de una fractura originada de una imposición en la candidatura al gobierno estatal.

Lo que pase políticamente a Alejandro Moreno importa en Tlaxcala porque el PRI en el estado atraviesa su propia crisis y agonía. Ahora mismo, aunque formalmente está ocupada, en los hechos la presidencia se encuentra acéfala y por eso los distintos grupos internos se disputan la hegemonía en la dirigencia estatal.

Hay motivo para disputarla, pues muchas candidaturas estarán en juego en los comicios de 2024, no sólo a nivel federal con el Senado y la Cámara de Diputados, sino en el ámbito estatal con las diputaciones locales, los ayuntamientos y las presidencias de comunidad.

Mariano González Aguirre, hijo del ex gobernador Mariano González, es uno de los más interesados en que Alejandro Moreno no caiga de la presidencia nacional priista. Su actual cargo como diputado federal se lo debe al originario de Campeche, lo mismo que su posición en el Comité Ejecutivo Nacional.

La posición de Alejandro Moreno en la dirigencia nacional tricolor, le daba a González Aguirre una ligera ventaja para buscar una candidatura y conseguirla en el proceso electoral de 2024. Así que una eventual caída sería un golpe político durísimo para él y sus aspiraciones futuras inmediatas, lo mismo que para aquellas de mediano plazo de cara a las elecciones de 2027.

Lo neblina que hoy inunda al PRI en Tlaxcala y a nivel nacional, ha hecho que personajes como la misma Anabell Ávalos Zempoalteca salga en un momento político muy difícil para iniciar un recorrido de agradecimiento por el estado, a un año de su derrota. El río revuelto ha precipitado su salida.

Y al igual que ella, personajes bien identificados como la diputada Blanca Águila Lima o el propio diputado local Fabricio Mena Rodríguez también juegan y reman a su propio beneficio.

Políticamente, la ex gobernadora Beatriz Paredes Rangel es la más beneficiada de lo que le sucede a Alejandro Moreno, por lo menos en el caso tlaxcalteca. No porque pretenda postularse a una de las candidaturas futuras, sino más bien porque algunos de los suyos y de las suyas estarán en posiciones de poder interno que influirán en la postulación de candidatos.

Ya se verá cómo termina el desbarajuste interno priista, lo cierto es que el grupo de Alejandro Moreno, al que pertenece Mariano González Aguirre, es el más débil ahora, resultado de pretender comerse el pastel con anticipación.

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