No la reconozco

Por: Adriana Dávila Fernández

Como parte de la glosa del segundo informe del Gobierno Federal, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, compareció ante las comisiones de Unidas de Gobernación, y Población y de Asuntos Migratorios de la Cámara de Diputados.

En un ejercicio de control parlamentario y rendición de cuentas, concebido justo para equilibrar poderes y mejorar la política pública de las mexicanas y los mexicanos, participamos los distintos Grupos Parlamentarios para conocer la situación que guarda la política interna, así como las razones que nos ayuden a entender el proceder de las autoridades.

Escuchar a la secretaria defender lo indefendible, hace más que evidente que México, día a día, vive con la triple D: de dolor, desesperanza y desilusión, porque no está mejor ni en salud, ni en economía, ni en seguridad, ni en materia de derechos humanos, ni en la protección a quienes los defienden, ni a periodistas, ni a víctimas, ni a personas desaparecidas, ni a migrantes.

Salvaguardar la vida de cada persona tampoco es un tema prioritario para este gobierno. Baste ver los datos de las miles de muertes por Covid-19 o por homicidios y feminicidios.

Como si no fueran suficientes la indignación, impotencia e incertidumbre que se vive en las calles, hay que lidiar con la división generada desde el púlpito presidencial, que nos tiene a todos enfrentados. ¡Vaya si le ha funcionado el «divide y vencerás»!

Entiendo lo complejo que es para la secretaria reconocer los errores y horrores del inquilino de Palacio Nacional. Pero, sobre todo, lo difícil que es escuchar que hoy muchas y muchos no encontramos a la activista, jueza, ministra, mujer de lucha, defensora de la ley, que permitió que su amplia trayectoria se dilapidara en tan solo algunos meses.

No la reconozco, aunque argumente «ideales y causas comunes». No se trata de decir que la oposición está equivocada. Se trata de reconocer los reclamos de miles de mujeres que hoy se sienten engañadas.

Los ideales no son socialmente útiles si no impulsan acciones concretas. Es lamentable observar que, desde el espacio de las decisiones, hay una funcionaria inmóvil, cuyo afán silencioso divide, lastima y lo que es peor, desilusiona con actos que vulneran la dignidad, no sólo de las leyes, sino de las personas.

Sumar es unir voluntades para alcanzar objetivos comunes y esto se puede lograr a pesar de las diferencias; es decir, reconocer y respetar la pluralidad. Implica trabajar por una real y eficiente política pública. No debe haber cabida para la mezquindad que desconoce, ignora o destruye las aportaciones de la oposición en el duro camino del reconocimiento de los derechos de las mujeres.

La iniciativa para otorgarles el derecho al voto fue de Acción Nacional, desde la oposición. Como gobierno, Acción Nacional hizo realidad el INMUJERES, una Ley General Contra la Trata, una Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra la Mujeres y Trata de Personas, las Unidades de Género, entre otras instancias.

Su respuesta solo confirmó que los ideales que la movieron en el pasado, hoy están pasmados por la influencia del patriarca de la división y la simulación, dedicado al ataque permanente del pasado y dispuesto a eliminar la esperanza de millones que confiaron en las promesas electorales, en lugar de dar respuesta a los graves problemas nacionales.

Resulta toda una paradoja, porque los derechos y libertades que defendió durante décadas la mujer, activista, maestra y destacada jurista, hoy me toca defenderlos desde la trinchera opositora para no retroceder. No, no la reconozco.

Sin duda alguna, hoy se requiere que la segunda al mando de este país haga la diferencia de este gobierno y asuma la responsabilidad que tiene encomendada y no sea simple ejecutora de instrucciones. Se debe al respeto a las leyes, a los derechos humanos y al empoderamiento de las mujeres por el bien de la Nación.

 

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