Rubén Terán, vernos la cara

Marco Antonio Ferriz ZMarco Antonio Ferriz Z.
Como por arte de magia, casi todos los actores políticos han dejado de hablar de Xicohtzinco. La Procuraduría General de Justicia (PGJE) no da avances de sus investigaciones; el secretario de Gobierno no informa si existe o no una mesa de negociación política para destrabar el conflicto; La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) inició recientemente sus investigaciones; y el presidente municipal y los inconformes guardan, desde hace dos semanas, un silencio cómplice que huele más a culpabilidad debido al asesinato de una persona que les estalló en la cara por su disputa por el poder.
Y mientras todos guardan silencio, sale a la palestra el presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política del Congreso local, Rubén Terán Águila, para afirmar que en el conflicto de Xicohtzinco se llegará “hasta donde tope” para dar certeza y gobernabilidad a los pobladores de ese municipio.
En realidad, ahora mismo tal vez ni él sepa con certeza lo que dijo o lo que sus palabras significan. Su declaración suena, más bien, a una excusa para dejar pasar tiempo, con el objetivo de que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros decida qué hacer con ese ayuntamiento: desaparecerlo o dejar que continúe.
Por lo pronto, que el Congreso del estado defina por estos días la desaparición del ayuntamiento de Xicohtzinco, es muy difícil. No será así porque desaparecerlo derivará, forzosamente, en una elección extraordinaria. Y en las condiciones de extrema polarización, el desarrollo de nuevos comicios podría traducirse en enfrentamientos y en el recrudecimiento del conflicto.
De acuerdo con el artículo 54 de la Constitución Política local, una de las atribuciones del Congreso del estado es suspender ayuntamientos, declarar que éstos han desaparecido y suspender o revocar el mandato a alguno de sus miembros, por acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes.
Puede hacerlo por una causa grave, siempre y cuando los miembros del ayuntamiento hayan tenido oportunidad suficiente para rendir pruebas y hacer alegatos. Y como todo este procedimiento deberá observar las reglas del juicio político, es seguro que el Congreso no tomará este camino.
Sin embargo, suponiendo que las legisladoras y los legisladores decidan la desaparición del ayuntamiento de Xicohtzinco, deberá entrar al quite el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones con la organización de una elección extraordinaria.
La Constitución es clara: “Si la declaración se produce dentro del primer año del periodo municipal, el Congreso del estado expedirá la convocatoria para que en elecciones extraordinarias se elija nuevo ayuntamiento e instruirá al órgano electoral para que las lleve a cabo en un término no menor de treinta ni mayor de noventa días, siempre y cuando las condiciones políticas y sociales sean propicias y garanticen la tranquilidad de los comicios; en caso contrario, el concejo designado concluirá el período”.
Todo eso que establece la Constitución, condiciones políticas y sociales propicias, no existe en Xicohtzinco. Como tampoco existe el recurso económico suficiente para organizar una nueva elección.
Así que, en esas condiciones, lo que más conviene ahora es dejar pasar el tiempo para que el año se cumpla el próximo 30 de agosto.
Ahora se entienden las palabras del diputado morenista Rubén Terán Águila. Eso de que en el conflicto de Xicohtzinco se llegará “hasta donde tope”, es solo parte de un circo. El legislador pretende vernos la cara a todos, pero ya estamos grandecitos para eso.

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