Lorena y la UAT

Marco Antonio Ferriz ZMarco Antonio Ferriz Z.

Es costumbre que en periodos electorales y de campañas políticas, candidatas y candidatos sean prolijos en promesas que, llegado el momento, son difíciles de cumplir. Muchos compromisos han pasado al olvido debido a la dificultad de llevarlos a cabo.

En las campañas pasadas rumbo a la gubernatura, la abanderada morenista Lorena Cuéllar Cisneros emitió en abril una declaración que en días recientes encontró una respuesta por parte del rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), Luis Armando González Plascencia, en el sentido de que no buscará una confrontación con la próxima gobernadora, sino que, por el contrario, privilegiará el diálogo entre ambas partes para generar un clima de trabajo adecuado.

Había razones para González Plascencia emitiera una declaración de ese tipo, sobre todo cuando en abril pasado, durante una gira proselitista, Cuéllar Cisneros sostuviera lo siguiente: “nuestro presidente quiere que le ayudemos a recuperar la Universidad; vamos a recuperar la universidad que le han robado a los tlaxcaltecas, a nuestros jóvenes, a los maestros…”.

A menos de dos meses de asumir la gubernatura, el rector universitario ha puesto los términos de la relación que esa institución desea con el gobierno estatal. Y está bien que lo haga a poco menos de dos meses de que Lorena Cuéllar asuma la gubernatura. Ya se verá cuál es la respuesta, en los hechos, de la próxima administración estatal, por lo pronto, ahí está el mensaje del rector: “No tengo duda de que (Cuéllar Cisneros) es una mujer institucional y entiende los ámbitos de competencia, así que no veo más allá de una declaración de campaña”.

Fue en agosto de 2018 cuando Luis Armando González Plascencia asumió la rectoría de la UAT. Lo hizo después de ocupar la Secretaría Académica de esa institución por un periodo de tres años. A contracorriente de lo que ha sucedido en los últimos años, González Plascencia ha dado una estabilidad a la UAT que antes de su llegada no tenía.

Era costumbre que los rectores, por conveniencias políticas que obedecían más a los tiempos electores, no duraban el periodo de cuatro años que estatutariamente debían cumplir. Ese fue el caso, por ejemplo, de Rubén Reyes Córdoba, el último rector ante de llegar Luis Armando González.

La salida de Reyes Córdoba y la llegada de Luis Armando González obedecieron, sobre todo, a una lectura política que el grupo orticista dio al triunfo de Andrés Manuel López Obrador, en junio de 2018. Su interpretación tuvo una buena decisión, considerando que González Plascencia fue presidente de la Comisión de Derechos Humanos de lo que es hoy la Ciudad de México, cuando en ese entonces estaba gobernada por Marcelo Ebrard Casaubón, hoy secretario de Relaciones Exteriores del gobierno obradorista.

Si bien no es el favorito número uno del presidente Andrés Manuel López Obrador para sucederlo en el cargo de presidente de la República, Marcelo Ebrard tiene una ascendencia importante dentro del gabinete y con opinión propia ante el tabasqueño. Su trabajo ha ayudado a sacar de apuros al gobierno federal en más de una ocasión.

Es por eso que, pese al desgaste de su imagen por el derrumbe de un tramo de la línea 12 del metro en la Ciudad de México, Ebrard Causabón no puede ser descartado como próximo candidato del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la presidencia de la República.

El antecedente de la buena relación política entre Marcelo Ebrard y Luis Armando González hace que la voz de este último deba ser escuchada por parte de la próxima gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros. Hay antecedentes de institucionalidad por parte del rector, como se vio, por ejemplo, con la actual Legislatura local, dominada por Morena y sus aliados.

La confrontación que el gobierno de Mariano González Zarur tuvo con la UAT no debe repetirse. Sin embargo, los abiertos intereses políticos contrapuestos durante el proceso electoral de este año, entre Lorena Cuéllar y el grupo orticista, sí debe ser motivo para que la Universidad abra válvulas de escape que profundicen la democratización de su vida interna. Lo anterior es necesario ante la clara pluralidad política que vivirá Tlaxcala en los próximos años.

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