Marco Antonio Ferriz Z.
A menos de dos meses de haber asumido el cargo como secretario de Gobierno, Sergio González Hernández ha cometido su primer error garrafal. Haber abierto la posibilidad de que el presidente municipal de Xicohtzinco, Luis Ángel Barroso Ramírez, analice su posible licencia al cargo por “circunstancias de ingobernabilidad”, refleja no sólo la insensibilidad, sino la incapacidad de un funcionario que fue ubicado en esa posición por su experiencia política.
González Hernández no considera que el alcalde, al igual que su jefa la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, ganó el lugar que ahora ocupa porque una mayoría de ciudadanos así lo determinó con su voto, no por una decisión cupular.
Por muy importante que sea el número de integrantes del grupo opositor a Barroso Ramírez, el responsable de la gobernabilidad en el estado no puede ceder a las pretensiones opositoras. Más bien al contrario, de ser necesario debe dar un manotazo sobre la mesa para que el grupo inconforme respete la ley.
Las exigencias de los inconformes, encabezados por el ex titular del Órgano de Fiscalización Superior (OFS), Luciano Crispín Corona Gutiérrez, son desproporcionadas. Una cosa es la negociación política y otra la imposición. Para decirlo claro: los cargos que le correspondían a la oposición se encuentran perfectamente reflejados en el número de regidurías, y no necesariamente en la integración de los cargos administrativos dentro del ayuntamiento.
Valga la comparación, pero es como si a la gobernadora, después de asumir el cargo, tuviera tal presión opositora que se le obligue a hacer nombramientos en la Secretaría de Finanzas y en la Secretaría de Obras, Desarrollo Urbano y Vivienda (Secoduvi). Eso es lo que pretende el grupo del ex auditor superior.
¿Desearía Sergio González Hernández, como secretario de Gobierno, que sus buenos oficios como responsable de la gobernabilidad fueran reemplazados por la Secretaría de Gobernación, y que el funcionario federal abriera la posibilidad de que Lorena Cuéllar solicitara licencia?
El oriundo de Texoloc equivoca su estrategia. Pretende, sin decirlo, obligar al alcalde de Xicohtzinco a aceptar las pretensiones del grupo opositor, pero al hacerlo no se da cuenta de que abre la posibilidad de que él mismo sea destituido como secretario de Gobierno por incompetente. Se ahoga en un vaso con agua a medio llenar.
Ante tal circunstancia, González Hernández no se da cuenta de que no da más alternativa al presidente municipal de Xicohtzinco que saltársele, a fin de exigir audiencia directa a la gobernadora. Y el alcalde está en su derecho después de la incapacidad mostrada por el funcionario estatal.
Hace bien el edil en hacerlo, y hace bien la dirigencia estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en exigir la renuncia del secretario de Gobierno. Son pocos sus triunfos conseguidos en las urnas, y ahora se le quiere quitar uno de ellos en un municipio donde ganó con el sufragio de una mayoría ciudadana, que no se le deja más opción que defender lo que por derecho le corresponde.
Sergio González debería recordar sus viejos tiempos en la Secretaría de Gobierno cuando su jefe era Héctor Ortiz Ortiz, a menos que en aquel entonces hubiera alguien más resolviendo los problemas, mientras él construía una candidatura a la gubernatura que -vale recordarlo- nunca llegó. No vaya a ser que esta vez pretenda hacer lo mismo y por incompetencia quede fuera de la jugada. Ya no para 2027, sino siquiera para 2024.