La corrida de las Luces

Foto Ángel Zainos

Oswaldo López Sánchez

Agosto. Un mes que tiene mucho significado para el tema taurino. Representa el clímax de la temporada, pues se concentran gran número de ferias taurinas importantes. Una de ellas es la Feria de Huamantla. Centro neurálgico de la alegría y que en los primeros quince días del octavo mes, se convierte en el punto de encuentro de muchos visitantes para disfrutar de la calidez de ese pueblo mágico.

Una de las tradiciones más arraigadas por las que es conocida esta feria es la noche que nadie duerme. En ella se adornan las principales calles de la ciudad con tapetes de aserrín y flores, por donde será paseada la patrona de la ciudad: La virgen de la Caridad. También se vive un festejo taurino que año con año cobra más aliciente: La corrida de las luces.

Este festejo es de reciente implantación. Nace por la idea del empresario Antonio González “Chilolin”, quien presencio en Quito, Ecuador, el Festival de Nuestra Señora de la Esperanza de Triana. Fue ahí que se le ocurrió realizar algo similar en la ciudad de Huamantla. El 14 de agosto de 2007, se realizó la primera corrida de las luces.

El espectáculo fue del agrado del público que, desde esa fecha, se lleva a cabo año con año.

Foto Ángel Zainos

La corrida se realiza de forma tradicional, el plus añadido es el ritual religioso que antecede el festejo taurino. El ruedo es adornado con un tapete multicolor alusivo a la ocasión. Se apagan las luces y se ilumina el recinto con veladoras que el público asistente porta. Aparece la Virgen de la Caridad, acompañado por los matadores actuantes, cuadrillas, monosabios y presbíteros. A manera de procesión, se da una vuelta al ruedo en compañía de la nota musical Ave María. Tras ello, se concentran en el centro del redondel, donde el matador tlaxcalteca anunciado en el cartel reza la oración de los toreros, no sin antes contar con una participación previa del obispo que dirige unas palabras y realiza una plegaria.

La devoción de un pueblo concentrada en un ritual que apenas llega a los 15 minutos y que nos muestra la emoción generada por el fervor y amor a la patrona de Huamantla. Una concentración de emociones difícil de explicar y que para poder entenderla, se necesita presenciarla.

Finalizado el rito, se retira el tapete y los toreros, al sonar el clarín, parten plaza. De esta forma da inicio el espectáculo.

Este acto ceremonioso hace de La corrida de las luces un evento único e irrepetible.

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