Delfina Gómez pone el ejemplo

Marco Antonio Ferriz ZMarco Antonio Ferriz Z.

Es una vergüenza lo que sucede en el sector educativo. O mejor dicho, una desvergüenza. En lo nacional y en lo local. Lo es, no por lo que hacen los maestros y las maestras, quienes a contracorriente y en pleno ascenso de casos de contagio de Covid-19, cumplen con su encomienda educadora. Lo hacen aún a sabiendas de que la vacuna que recibieron la semana pasada tarda entre cinco y diez días para crear anticuerpos.

La desvergüenza proviene de sus directivos. En el caso nacional, de la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, quien resultó responsable en la retención de un porcentaje de los salarios de empleados del ayuntamiento de Texcoco y del DIF municipal, cuando ella fue presidenta municipal de ese ayuntamiento.

Esos dineros fueron a parar a la constitución de Morena como partido político y para solventar la campaña como diputada federal de la misma Delfina Gómez durante el proceso electoral 2014-2015.

A eso que está debidamente comprobado, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo llama “campaña muy injusta” en contra de la funcionaria federal y, además, asegura que es un “mujer honesta”.

La desvergüenza viene, entonces, no sólo de Delfina Gómez -quien ya debió haber renunciado a la Secretaría de Educación-, sino también del presidente de la República. Con su defensa, López Obrador ha destapado a su corcholata para la elección de la gubernatura en el Estado de México el próximo año.

Así que cualquier funcionario federal podrá hacer lo mismo que Delfina Gómez y podrá seguir impune en el cargo, sabiendo que cuenta con la defensa del presidente.

Lo dice bien el escritor e historiador Héctor Aguilar Camín: “Nada hay más pedagógico que el ejemplo”. Y el ejemplo de Delfina Gómez demuestra que no lo hay en este caso.

En lo local, el gobierno estatal no canta mal las rancheras, aunque debe decirse que es muy probable que la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros desconozca las entrañas de lo que sucede en la Universidad Politécnica de Tlaxcala (UPT), región Zacatelco, donde se encuentra como rector el beatricista Enrique Padilla Sánchez.

Es sabido que esa Universidad es refugio de políticos. El ejemplo se encuentra en el mismo rector, que siguiendo la guía de la ex gobernadora Beatriz Paredes Rangel, dio la espalda a Anabell Ávalos Zempoalteca para dárselo a Lorena Cuéllar Cisneros en la elección de la gubernatura en junio de 2021.

También está el caso de Lauro Sánchez Sánchez, quien después de buscar infructuosamente la candidatura de Morena para la alcaldía de Tlaxcala, recibió como premio de consolación la dirección académica en esa institución educativa.

Los premios de consolación llegan al extremo de colocar como director de vinculación y difusión al ex secretario juvenil de Morena, Yair Castillo Pérez, que realiza actividades sin siquiera contar con título académico. La incongruencia ha causado inconformidad porque desde meses atrás a la planta académica se le ha informado que ya deberá contar con posgrado para impartir clase.

Como sucede en el ámbito nacional, en la Politécnica de Tlaxcala tampoco se predica con el ejemplo.

Lo anterior sirve para afirmar que las instituciones educativas son refugio político de perdedores. Porque el de la UPT no es el único caso. Pero si con Delfina Gómez sucede la incongruencia, cópiese en las entidades federativas donde Morena gobierna. Tlaxcala, por ejemplo.

Comentario: Triste y lastimoso lo que sucedió este jueves con un autobús que transportaba maestros y maestras a su regreso a la ciudad de Tlaxcala. Su volcadura provocó varios docentes heridos y uno fallecido. Es aquí donde tiene que verse el apoyo gubernamental.

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