Marco Antonio Ferriz Z.
En las últimas cuatro administraciones estatales, los gobernantes en turno han buscado insertar a familiares suyos, muy directos, a la administración pública. El objetivo no puede ser otro que comenzar a definirles a una carrera política que rinda frutos con la ocupación de curules estatales y federales para después llegar a sucederlos en la gubernatura.
Fue el caso de Héctor Ortiz Ortiz con su hermano Serafín, pero las derrotas electorales que el académico ha tenido en los últimos procesos comiciales le impidieron tal posibilidad, a tal grado que hoy en día el ex rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) ha tenido que conformarse con la ocupación de cargos de bajo perfil dentro de esa casa de estudios.
Sin embargo, eso no ha impedido que la sobrina, Alejandra Ramírez Ortiz, sea heredera de esos mismos intentos por posicionarse dentro de la política local. Ahora mismo ocupa una diputación en el Congreso del estado conseguida por la vía de la representación proporcional, tras varias derrotas acuestas en pasados procesos electorales.
Otro caso es el de Alfonso Sánchez Anaya, que en 2004 pretendió heredar la gubernatura a su esposa Maricarmen Ramírez, después de una rápida y fugaz carrera que le hizo ocupar, primero, la presidencia del DIF Estatal, y después una senaduría. El voto del electorado tampoco le permitió lograr ese cometido.
Ese suceso, sin embargo, no parece afectarle ahora, pues gracias al respaldo político que le otorgó a Lorena Cuéllar Cisneros durante la campaña de 2021, Sánchez Anaya pudo colocar a su hijo Alfonso Sánchez Ramírez como titular de la Secretaría de Infraestructura. Ya veremos si le alcanza, por lo pronto, es uno de los personajes que más suenan para ser postulado por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a una curul federal.
Otra referencia reciente tiene que ver con Mariano González Zarur, quien durante su administración, aprovechando el control que tenía sobre el Revolucionario Institucional (PRI), impulsó a su hijo Mariano González Aguirre a una diputación local. Hizo lo mismo con su hija, Mariana González Foullon, para que llegara a la delegación de la ahora desaparecida Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Mariana González ha desaparecido de la escena política, no así Mariano González Aguirre que ocupa una diputación federal y es uno de los prospectos para llegar a la dirigencia estatal del tricolor, impulsado por el líder nacional, priista Alejandro Moreno.
Más reciente está lo de Marco Antonio Mena Rodríguez, quien aparentando un respaldo a su partido impuso como candidato a diputado local, en el primer lugar de la lista plurinominal, a su hermano Fabricio, quien desde ahí se ha convertido en un verdadero Caballo de Troya para el PRI, haciendo soterradamente trabajos a favor del gobierno lorenista desde el Poder Legislativo.
Para terminar, dejando a un lado el discurso de la 4T de no beneficiar a la familia, Lorena Cuéllar Cisneros tiene dentro de la administración que ella misma encabeza, a sus dos hijas, Mariana y María Fernanda Espinosa de los Monteros Cuéllar. La primera como presidenta honorífica del DIF Estatal, y la segunda como presidenta del Comité Consultivo de Bienestar y Desarrollo Social. En próximos meses veremos si detrás de los nombramientos existe la intención de dibujarles un camino para que hagan una carrera política propia, sin embargo, por el comportamiento y experiencia de sus antecesores, ese propósito no se ve lejano.
Así que considerando lo sucedido en las últimas cinco administraciones estatales, incluida la actual, ya se asoma en Tlaxcala una nueva generación de políticas y de políticos que afanosamente buscan seguir el camino de sus padres. Si ellos, a través de una estirpe familiar lo lograron, por qué no alcanzar ese mismo objetivo: cargos de representación popular federales para, de ahí, aspirar a la gubernatura. Todo con la ayuda de papi o de mami.
