- Se establecieron diversos compromisos con la comunidad, enfocados al desarrollo de talleres de mantenimiento, o bien, a la restauración de patrimonio pictórico
Tlaxcala, Tlax; 19 de septiembre 2019 (Pulso) En punto de la 1:14 de la tarde, las más de 30 iglesias que se asientan en el centro histórico del municipio de San Pedro Cholula, en Puebla, tañeron hoy al unísono en memoria de las víctimas del sismo del 19 de septiembre de 2017. Simultáneamente, autoridades de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), realizaron un recorrido por diversos inmuebles históricos poblanos y tlaxcaltecas que han concluido su restauración, o que se aprestan a la finalización de sus acciones correctivas.
La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, encabezó junto con el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, y el titular de la oficina cultural del gobierno de Puebla, Julio Glockner, seis visitas de trabajo verificadas, respectivamente, en la parroquia de San Pedro Apóstol, el convento de San Gabriel y el templo del Santo Entierro, inmuebles ubicados en San Pedro Cholula, y en la Iglesia de la Purísima Concepción de María, en el barrio de Tonantzintla de San Andrés Cholula.
En complemento, ya en el estado de Tlaxcala, los inmuebles visitados por los funcionarios fueron la iglesia de San Jerónimo, en el municipio de Zacualpan, y la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en la capital del estado.
En cada uno de estos edificios, Alejandra Frausto reconoció la labor conjunta de arquitectos, restauradores, autoridades, párrocos y población civil en general, que a nivel nacional confluye en la atención a los daños dejados por los sismos de 2017.
Acompañada también por el director de Sitios y Monumentos de la Secretaría de Cultura, Arturo Balandrano, por el coordinador nacional de Centros INAH, Joel Omar Vázquez, y por los directores de los Centros INAH de Puebla y Tlaxcala, Ambrosio Guzmán y Vicente de la Rosa, respectivamente, la comitiva dialogó y asumió diversos compromisos ante los párrocos y feligreses vinculados con los templos citados.
En la Iglesia de la Purísima Concepción, en Tonantzintla, se acordó agilizar los procedimientos administrativos de cara a la atención en los acabados interiores de este templo, notable por su decoración barroca del siglo XVII.
Asimismo, se recalcó la necesidad de entregar a los sacerdotes y feligreses que cotidianamente usan los templos, manuales de mantenimiento y guías referentes a los procesos de atención y las normativas que atañen a estas construcciones históricas.
“El patrimonio cultural es de todos los mexicanos, por lo que su cuidado es necesariamente una labor de todos nosotros”, señaló Alejandra Frausto.
Otras medidas se tomaron, por ejemplo, en el templo del Santo Entierro, donde se manifestó la voluntad de la Secretaría de Cultura y del INAH para expeditar la atención de los bienes muebles asociados a la construcción y de llevar a cabo un taller de capacitación dirigido a la población que frecuenta esta iglesia.
Asimismo, el secretario de Cultura de Puebla, Julio Glockner, asumió a petición del párroco de San Pedro Cholula, Felipe Viveros Téllez, el compromiso de iniciar la restauración de una serie de óleos del siglo XVII que, empotrados en los retablos laterales del templo, ilustran la aparición de María a San Juan Diego. Tal labor, dijo, se realizará en los talleres de restauración del Museo Internacional del Barroco.
Durante el recorrido por Puebla y Tlaxcala, entidades que respectivamente registran 328 y 91 inmuebles históricos restaurados al día de hoy, los funcionarios también conocieron algunas de las acciones emprendidas para la atención de los daños en los templos.
En la parroquia de San Pedro Apóstol, cuya torre-campanario fue el elemento de mayor afectación y que sufrió incluso la pérdida de su pináculo, la empresa contratista, supervisada por el INAH, llevó a cabo un estudio de mecánica de suelos dado que el templo se asienta sobre un antiguo afluente, a la vez que incorporó acero ligero en el nuevo pináculo, a fin de rebajar una tonelada en el peso de la torre-campanario.
En este caso, donde el daño en el pináculo original hizo necesaria su sustitución, se conserva aún la pieza. Una de las propuestas, en el caso de la parroquia mencionada, es que el elemento del siglo XVII quede como un testigo histórico del sismo y sea dotado de una señalética museográfica que narre su devenir.
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