Marco Antonio Ferriz Z.
Hace un par de semanas el ex gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez reapareció ante la opinión pública, después de casi un año en las sombras. Lo hizo cuando un grupo de ex mandatarios estatales, aglutinados en el denominado Foro de Ex gobernadores de México, expresaron su respaldo a las aspiraciones presidenciales de Enrique de la Madrid Cordero.
Esta semana lo hizo nuevamente, pero ahora exigiendo en una carta firmada por ex gobernadores priistas, la salida de Alejandro Moreno como dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
No se le hizo asumir una embajada o consulado mexicano en el extranjero a invitación del presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo que en esta hora de rebatinga política decidió expresar su inconformidad en contra de “Alito” ante los malos resultados electorales del tricolor en los comicios de junio pasado.
“Estamos convencidos, por el bien del partido, que es tiempo de considerar una pronta renovación de la dirigencia actual. (Es tiempo) de convocar a una revisión a fondo de los documentos básicos, de contar con una nueva narrativa de proyecto alternativo de país y de replantear estrategias que permitan fortalecer nuestras capacidades para competir con éxito en los procesos electorales que vienen”, señala el documento firmado por un total de 13 ex gobernadores.
No puede minimizarse la exigencia de los ex mandatarios estatales, muy a pesar de que algunos de ellos ya no tienen un peso mínimo en las decisiones de su partido en las entidades federativas que gobernaron. Es el caso de Mena Rodríguez.
Marco Antonio Mena llegó a la gubernatura con un apretado triunfo electoral, pero con un amplio número de votos alcanzado por su partido, el PRI, que le hizo tener presencia en el Congreso del estado, la cual perdió con los resultados de las elecciones de 2018, cuando literalmente fue aplastado por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
La derrota le hizo expresar su enojo en público, a tal grado que acusó traiciones de funcionarios y anunció salidas de su gabinete, que no se tradujeron sino apenas en un cambio en la Secretaría de Gobierno con la salida de Tito Cervantes Zepeda. Un solo cambio a sabiendas de que varios colaboradoras y colaboradores suyos estaban en la nómina gubernamental como funcionarios, haciendo trabajo político para Morena.
Con el paso de los meses no hubo cambios ni siquiera en la dirigencia estatal del PRI, como los exige ahora de la dirigencia nacional, a pesar de que el tricolor obtuvo uno de los resultados electorales más negativos de su historia, los cuales volvió a repetir en junio de 2021.
Es contraproducente el actuar del ex gobernador, sobre todo a sabiendas de que traicionó al partido que lo llevó a la gubernatura en 2016 y, concluida su administración, abandonó a suerte en Tlaxcala.
Lo que se disputa en las altas esferas tricolores es el control del partido en el ámbito nacional y, en consecuencia, de las dirigencias estatales. Tlaxcala es una de ellas.
Su salida a la opinión pública tiene claros visos de que lo que más desea es que Alejandro Moreno, “Alito”, salga de la dirigencia nacional al igual que todo el séquito de seguidores que se ha adueñado del partido en muchos estados del país. La disputa ahora es por la dirigencia, pero el fondo de todo está en las candidaturas que tendrán que definirse en 2024.
Aliado como se encuentra de la ex gobernadora Beatriz Paredes Rangel, Mena Rodríguez busca acomodo en Tlaxcala. No se sabe si alcanzará su cometido, pero es un hecho que lo intentará. Lo importante es tener fichas de negociación con el gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros, tal y como lo consiguió en 2021 con su hermano Fabricio, actualmente más morenista que priista, en el Congreso del estado.
No descarte, sin embargo, que pretenda alcanzar una candidatura al Congreso de la Unión, ya sea como diputado federal o como senador de la República, dado que su salida al extranjero se vio frustrada. En esta rebatinga nada hay que descartar.
