Mortalidad en tiempos de pandemia

Por: Adriana Dávila Fernández

Tlaxcala, Tlax; 29 de enero de 2021 (Pulso) El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) puso a disposición de las y los mexicanos, las cifras oficiales sobre los decesos ocurridos del primero de enero al 31 de agosto del 2020 en México, mismas que revelan un exceso con respecto al año anterior.

Estos datos duros sobre la mortalidad en tiempos de pandemia vienen a confirmar lo que se ha manejado desde tiempo atrás: las diferencias de más del 68% entre los fallecimientos reportados por la Secretaría de Salud y el INEGI. Es innegable la existencia de un subregistro de personas fallecidas, y para el mes de octubre de este año, se tendrán las estadísticas definitivas de las defunciones ocurridas en 2020.

En el período reportado y con base en certificados de defunción emitidos por el Registro Civil, Servicios Médicos Forenses y Agencias del Ministerio Público, se tienen 108 mil 658 registros, lo cual convierte a la Covid-19 en la segunda causa de muerte en el país, detrás de los padecimientos cardiovasculares; el síndrome metabólico y los tumores malignos, complementan la escala de mortalidad nacional que, por desgracia, nos ubica como el tercer país con más muertes derivadas del coronavirus a nivel internacional, detrás de los Estados Unidos y de Brasil.

El incremento se explica como consecuencia directa o indirecta de la pandemia, que afecta a la población de 35 a 64 años, de forma mayoritaria a los hombres, con más de 71 mil 400 decesos contabilizados. También se reportó que más del 58% de las personas fallecidas por el virus, han perdido la vida en su casa, en la calle o en el transporte.

El Estado de México, la Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Puebla y Chiapas, tienen el mayor número de muertes. Al 28 de enero, hay 1´825,519 contagios y 155,145 defunciones. Muchos hogares están de luto.

Al margen de las justificaciones de las autoridades morenistas -las cuales llevan más de dos años en la responsabilidad pública-, que señalan reiteradamente la recepción de un sistema de salud deteriorado, de ninguna manera deben omitirse las graves fallas de un gobierno federal que no fortaleció la infraestructura en clínicas y hospitales públicos, los cuales tuvieron recortes presupuestales y subejercicios de los pocos recursos asignados; que agudizó las deficientes medidas para brindar protección adecuada al personal médico, de enfermería y de servicios clínicos; que negó la aplicación de pruebas para la detección temprana de los casos positivos y reaccionó con raquíticas medidas reactivas, lo que ha demostrado, además de estar rebasado, una peligrosa inmovilidad institucional que sigue con el cobro de vidas.

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor Enrique Graue, ha reconocido que al inicio de la emergencia sanitaria, los integrantes del Consejo de Salubridad General estaban conscientes que la situación «podía rebasar al sistema de salud y así fue: nuestros más de 150 mil muertos y el exceso de mortalidad general son prueba de ello, pérdidas irreparables y un gran dolor para México«, contundentes palabras que señaló en la entrega de recomendaciones realizadas por especialistas de la máxima casa de estudios, el Colegio de México, CEPAL, la Academia Nacional de Medicina, el Banco Mundial y distintos institutos nacionales de salud, para sugerir el cambio de estrategia gubernamental en las próximas semanas.

¿Será que ahora sí, ante la incertidumbre y el dolor que ha dejado la crisis sanitaria entre la población, las autoridades hagan un alto en el camino y revisen lo que mal se ha hecho? De momento, no existen evidencias que nos hagan pensar que el fin de la pesadilla está cerca. Lo cierto es que hoy, en miles de hogares hay lucecitas de veladoras prendidas, que reflejan dolor, respeto y luto por quienes han dejado este mundo. Confiemos ahora sí en el cambio de estrategia.

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