No se elimina el fuero al presidente

Adriana Dávila Fernández

Se aprobaron, en la Cámara de Diputados, modificaciones a los artículos 108 y 111 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que, indudablemente representan un avance para limitar el poder presidencial, pero que en la realidad no desaparece, ni quita y mucho menos elimina el fuero al titular del Ejecutivo. Si es que se cuenta con el voto mayoritario de la Cámara revisora, solo se incrementarán los supuestos por los que se pueda iniciar, ante el Senado de la República (única instancia facultada para determinar si procede o no la denuncia), el proceso de destitución del presidente: por corrupción o por delitos electorales.

La intención de Morena, como lo ha sido en estos dos años legislativos, es ajustar las iniciativas a la narrativa de su gobierno. Como si se tratara de la venta de boletos de la rifa de un avión presidencial -que no va a ser entregado-, comienzan a «vender» la falsa idea de que se han dado pasos importantes para eliminar el fuero presidencial y así acabar con la inmunidad que se adquiere al tomar posesión del cargo.

No se cansarán de pregonar el embuste de que el presidente podrá ser juzgado como cualquier ciudadano común, solo para simular que se cumplen las promesas electorales y para manipular a los electores. Pero la verdad es que el fuero no se elimina, solo es parte de un discurso con fines políticos; ese privilegio continuará por el simple hecho de ser presidente.

De ninguna manera el presidente podrá ser juzgado o sancionado igual que un ciudadano común, porque de darse el caso, sería revisado por el Senado, y ningún habitante común tiene que pasar, por este órgano colegiado, en caso de cometer algún delito.

Si se quiere terminar con la impunidad, entonces ¿por qué Morena no aceptó incluir en el catálogo de delitos, vínculos con la delincuencia organizada, así como daños y perjuicios graves a la hacienda pública? La respuesta es sencilla: solo les gusta la simulación y obedecen a las instrucciones de Palacio Nacional, cuyos propósitos son meramente electorales.

Faltó incluir que el presidente, sin distinguir a qué partido pertenece o el color que represente, no debe, bajo ninguna circunstancia, quedar al margen de la justicia cuando se asocie o tenga complicidad con organizaciones criminales.

O que cuando se falte a la verdad en los informes que se presentan al Congreso, el titular del Ejecutivo pueda ser sujeto de responsabilidades administrativas, penales o las que sean aplicables según la materia que se trate, por faltar a la verdad, tal y como lo propuso el Grupo Parlamentario de Acción Nacional. Pero ¿qué pasó? Nada, Morena se negó a incluirlo. ¿Será porque el primer mandatario podría ser juzgado desde ya por todo lo que le ha hecho a México?

Vamos, hasta decir que se cumplió con quitar el fuero es mentirle, y la mentira, sostenida desde la más alta esfera del poder, debería ser castigada. Es el colmo que cuando se tiene el mandato presidencial se opté por engañar a los gobernados.

Con la supuesta eliminación del fuero presidencial, estamos ante una nueva farsa que será contada una y otra y otra y otra vez, tanto desde el púlpito presidencial como por los parlamentarios morenistas y aliados, además de los futuros candidatos. Se presentará como el gran logro,  utilizado durante los procesos electorales federal y locales, aún y cuando saben que esa afirmación no es verdad.

No le resto importancia al paso dado, pero es inaceptable no decirle a la población las cosas como son: que no hay una eliminación real del fuero, sino que solo se amplió el catálogo de delitos por los cuales se puede iniciar el proceso para destituir al presidente.

A Morena se le olvida aquello de no mentir; no le interesa atender ni resolver los problemas de fondo. Su actuación es solo mediática. Éste será un cuento con tintes electorales para ser contado en la próxima temporada electoral.

 

 

 

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