El sembrador del odio 

Por:Adriana Dávila Fernández

Diputada federal

 Tras 18 años de campaña, con el pregonado, engañoso y falaz discurso de «conocer» el país por haber estado en diferentes municipios y localidades, poco o nada se puede decir de logros alcanzados. Es de comprobarse que el otrora candidato presidencial de 2006, 2012 y 2018, de la “autodenominada izquierda transformadora«, cada día hace más evidente su desconocimiento sobre lo que necesita este México, lo que le duele, le lastima, lo que le arrebata sueños y esperanza a generaciones completas. Presumirse como viajero frecuente no ha significado atender los verdaderos problemas nacionales y evitar el dolor evitable en materia de seguridad pública, salud, economía.

En definitiva, no es lo mismo alardear tantos kilómetros recorridos de autopistas, carreteras y caminos de terracería, que conocer y atender las necesidades, demandas e inquietudes ciudadanas. Es un mito eso de que después de haber viajado tanto, el presidente sabe lo que necesitamos las y los mexicanos; más bien se aprovechó del malestar social para exaltar el culto a su persona y sembrar antipatías, división y rencor, en pocas palabras, odio entre los desiguales y hacia quienes piensan diferente, lo que responde a la ambición de poder del patriarca dispuesto al «sacrificio» para controlar y demostrar quién manda en México.

Bajo este esquema autoritario, desigual, de inexistencia de política pública, de encono y descalificación del oficio político -hoy tachado de ser el ‘monstruo de las mil cabezas’- es que han arrancado las campañas electorales en las que la mayoría de candidatas y candidatos, independientes y de partidos políticos, presentan sus propuestas para terminar con arbitrariedades e injusticias, y dignificar el respeto, el trabajo y la vida de las mujeres y de todos aquellos que aspiran a mejores condiciones de vida para sí y los suyos.

Lo preocupante es que desde el inicio de este proceso electoral (septiembre de 2020) y hasta la fecha, se hayan registrado tantos asesinatos de políticos, aspirantes a puestos de elección popular y militantes partidistas.

Frente a estas situaciones adversas es de reconocer a quienes siguen en campaña a pesar de los riesgos personales, familiares y de sus equipos que se corren, ya sea por la polarización social -impulsada por quien encabeza el Poder Ejecutivo-, o por resultar incómodos tanto para las autoridades de cualquiera de los tres órdenes de gobierno como para grupos criminales que aún controlan municipios y localidades.

Hoy necesitamos recuperar el espacio público. Las calles no deben ser de los delincuentes; son nuestras, de las familias, de las y los ciudadanos de todo el país, para expresar que no queremos más asesinatos, más intimidaciones, más abusos de poder, más inhibiciones del sembrador del odio.

De ahí la importancia de la marcha para exigir justicia y seguridad, del pasado 18 de abril en Oaxaca, y de otras muchas realizadas en diferentes momentos, a lo largo y ancho de este país.

En memoria de Leonardo Díaz Cruz y de Ivonne Gallegos, candidata a la presidencia municipal de Ocotlán de Morelos, manifestamos nuestra solidaridad y respaldo a las mujeres y los hombres que, con su experiencia y capacidad, han trabajado por dignificar y profesionalizar la política, elevar el nivel de discusión para lograr una verdadera y eficiente política pública en beneficio de la población, y honrar a quienes se les ha arrebatado la vida.

 

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