Gobierno y Morena, no guardan las formas

Marco Antonio Ferriz ZMarco Antonio Ferriz Z.

Poco a poco, conforme el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha ido ganando espacios políticos en los estados, tras la obtención de las gubernaturas, es cada vez más claro que tiene las viejas mañas de aquellos que criticó en el pasado.

Al Revolucionario Institucional (PRI) le aprendió la simulación y la cargada, que ahora mismo se observan con el proceso interno que lleva a cabo para elegir a sus 30 consejeros nacionales. La estructura gubernamental ya trabaja para hacer triunfar a los favoritos de Palacio de Gobierno, pues ese es el banderazo para definir las candidaturas futuras que buscarán cargos de elección popular en las elecciones de 2024.

Desde ahora la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros pretende acomodar las piezas necesarias que le hagan tener, todavía más, una mayor influencia en Morena. Como si la que tiene fuera mínima.

Aunque es muy temprano para pensar en su sucesión, es lógico que la mandataria estatal tendrá voz, voto y veto para definir candidatas y candidatos no sólo a las diputaciones locales y presidencias municipales, sino también para las diputaciones federales y senadurías. Quienes alcancen las postulaciones y el triunfo en las urnas, se irán perfilando para sucederla en el cargo.

Sin embargo, así como bien aprendió del PRI, también se llevó las malas prácticas que suceden en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y eso, precisamente, es lo que ha impedido su institucionalidad. Hay demasiados grupos internos que se disputan cuotas de poder y lo seguirán haciendo, más ahora que Morena se apropia de espacios en el Congreso de la Unión, en el Congreso local y en los ayuntamientos.

Por lo que se observa, esa falta de institucionalidad será el gran pendiente que heredará Andrés Manuel López Obrador una vez que concluya su periodo en la presidencia de la República. Y eso mismo será el fin de Morena, aunque para eso falten varios años más. En el PRD está el ejemplo, pero Morena evita mirarse a ese espejo.

Si el grupo en el poder, el que habita en Palacio de Gobierno, pretende adueñarse por completo del partido, Morena se agrietará de tal forma que tarde o temprano se fracturará. Comenzarán las derrotas y con ellas las escisiones.

Es notorio que Morena pretende abarcar más de la cuenta y adueñarse de espacios que, en estricto mérito, no le pertenecen. Es clarísima esa intención cuando el gobierno estatal, apretando por la vía de los recursos, afilia, por conducto de la dirigencia estatal morenista, a presidentes municipales que llegaron al poder por otros colores partidistas. No hay ningún mérito en ello y sí, al contrario, demasiado riesgo, sobre todo si los problemas políticos y de gobernabilidad que se vive en diversos municipios contaminan tales filiaciones. Ahí está el claro ejemplo de Xicohtzinco.

Pero ni el gobierno ni el partido reducen sus actividades en la afiliación de alcaldes. También extrapolan la afiliación a las estructuras gubernamentales. Hay secretarios del gabinete que realizan trabajos que estrictamente corresponderían al partido. El secretario de Educación Pública del Estado, Homero Meneses Hernández, y el rector de la Universidad Politécnica de Tlaxcala, región Zacatelco, Enrique Padilla Sánchez, han ordenado el llenado de diversos formatos partidistas a fin de engrosar el número de militantes de Morena en Tlaxcala.

El gobierno y el partido no están guardando las formas. Y eso tarde o temprano acarreará repercusiones para ambos. Eso es seguro.

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