Matías Prats: el hombre de las gafas y la voz iluminada

Por Oswaldo López Sánchez

Ha pasado poco más de una década del fallecimiento de una de las más grandes figuras de la radiodifusión española: Matías Prats. Un personaje que instauró una escuela de periodismo que muy difícilmente podrá ser emulada. Sus gafas impidieron ver la luminosidad de sus éxitos. Sin embargo, su voz es una estrella relumbrante en el cosmos de la comunicación.

Nació en Villa del Rio, pueblo enclavado en la provincia de Córdoba, el 4 de diciembre de 1913. Fruto del matrimonio de Juan José Prats Cerezo y de doña Manuela Molina Cañete. Provino de una familia modesta.

Desde muy joven, desarrolló una gran personalidad para contar historias, teniendo en claro que quería ser periodista. Por ello, entro al círculo literario de su pueblo, ubicado en el casino local. Allí obtiene su primer éxito tras haber ganado un concurso de poesía navideña. Después de esto, fue  entrevistado por primera vez en Radio Córdoba. Cuando cumplió catorce años, se incorporó a la carrera de perito industrial, en la Escuela Industrial de Málaga. Después emprendió un viaje a Madrid con el fin de realizar un curso de poesía, asistiendo a diversas tertulias literarias hechas en la ciudad madrileña. Pero en 1936 estalla la Guerra Civil y Matías se ve obligado a abandonar sus estudios y regresar a su tierra. Fue durante el conflicto bélico donde sufrió un percance muy grave que le cambió la vida.

Durante las contiendas mantenidas por los bandos republicanos y nacionales en Córdoba, una bala perdida le hirió en un ojo, destrozando el parpado y ocasionándole un trastorno de la visión llamado fotofobia. Este accidente fue el culpable de que usara gafas oscuras por el resto de su vida. A raíz de este percance, los espejuelos oscuros se convirtieron en un sello inconfundible de su imagen.

Repuesto de este percance, Matías es enviado a Algeciras, donde realiza su primer contacto con la radio. Fue en Radio Algeciras, donde empezó su carrera laboral. Terminada la guerra en 1939, labora en Radio Nacional como corresponsal de la ciudad de Málaga. Es allí donde comenzaría su carrera como  periodista deportivo, en dos actividades claves en su profesión: los partidos de futbol y las corridas de toros.

Su primera transmisión en el futbol fue el encuentro de Real Betis contra el Málaga, en segunda división. En cuanto a los toros, su primera transmisión fue una corrida en Málaga, donde actuaban los matadores Nicanor Villalta, Vicente Barrera y Domingo Ortega.

Después de haber laborado en la ciudad malagueña, Matías vuelve a Madrid a colaborar en las instalaciones de Radio Nacional en Arganda del Rey. A partir de ese momento su carrera periodística empezó a adquirir prestigio.

En 1947 es nombrado Jefe del departamento de realización de emisoras de Radio Nacional de España y a su vez recibe el cargo de redactor y locutor de Noticiarios y documentales cinematográficos (NO-DO), cargo que mantuvo hasta 1971. En 1949 se gradúa de periodista en la Escuela Oficial de Periodismo. En 1954, obtiene el cargo de jefe de emisiones en Radio Nacional.

Pero Matías Prats no sólo es conocido por sus labores en la radio y el NO-DO, también tuvo importante participación en la televisión, transmitiendo partidos de futbol y corridas de toros. Así mismo, tuvo a su cargo programas televisivos como: Pantalla Deportiva, La Copa, Graderío, Cartel y Ayer Domingo realizados entre los años de 1959 a 1965.

En 1974, abandona la transmisión de RTVE para ser asesor técnico en dirección general. Sin embargo, continúo realizando labores ante el micrófono en transmisiones destinadas a Hispanoamérica como la Eurocopa de 1981 y el mundial de futbol de 1982, así como corridas de toros de la que destaca “La corrida del siglo”.

Fueron muchos los acontecimientos a los que Matías Prats prestó su voz. Sin embargo, los sucesos que lo convertirían en leyenda fueron: El gol de Zarra durante el mundial de Rio de Janeiro, en Brasil, en 1950. El gol de Marcelino en el Bernabéu, en la copa europea de naciones en 1965, así como La última entrevista realizada por radio al matador de toros Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, poco antes de fallecer en Linares por el toro Islero de Miura en 1947.

Su carrera estuvo plagada de éxitos que le llevaron a obtener importantes premios. Entre los galardones otorgados al periodista destacan: los premios Ondas en 1955 y 1965, Micrófono de oro en 1989, Premio Víctor de la Serna en 1993, Premio Ondas extraordinario en 1999, Toda una vida en 2000 y el Premio Ondas de oro en 2003.

Pero, su carrera no sólo estuvo dedicada al periodismo, también incursiono en la política. Dentro de sus labores políticas destacaron el título de Procurador en Cortes de representación en tercio familiar por la provincia de Córdoba. Y destacado miembro en comisiones de defensa nacional, información y turismo. Así como Pregonero en diversas fiestas.

Aquejado de un problema renal, es intervenido en la fundación Jiménez Díaz de la ciudad de Madrid, en la que estuvo internado más de tres meses. El 8 de septiembre de 2004 fallece a los 90 años de edad. El mundo del periodismo, del deporte y del toro se vuelca en la capilla ardiente del tanatorio Tres cantos de Madrid para darle el último adiós a la voz del siglo XX. En su pueblo, Villa del Río, las banderas ondearon a media asta y se declararon tres días de luto.

A raíz de su muerte, su pueblo le rindió un sentido homenaje, abriendo un museo en donde recoge los mejores momentos de su vida y obra, así como un busto a su memoria.

A pesar de haber recibido muchos premios y reconocimientos, durante una  entrevista (que a la postre sería la última), Matías Prats comento lo siguiente: “He ido por todas partes, buscando amigos. Y es la mejor cosecha que podía obtener a lo largo del tiempo. Amigos, amigos entrañables, amigos queridísimos, amigos que me han satisfecho y que me han dado, quizá, el doble, el triple, el cuádruple de cuanto merecía yo por mi comportamiento con ellos”.

Como periodista deportivo dejó honda huella en la radio española. Su inconfundible voz y su aptitud descriptiva dieron a Matías Prats un sello peculiar. Dentro de su característica narración se encontró un defecto que afortunadamente superó, pero que estuvo a punto de costarle su carrera, pues no podía pronunciar la zeta y decidió sustituirla por efes. Este inconveniente no representó problema en su narración que ganó muchos adeptos, a tal punto, que se le otorgó el título al  que muchos aspiran: el de Maestro.

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