La fe guadalupana en el toreo

Por Oswaldo López Sánchez

El mundo taurino y la religión siempre han estado unidos. Incluso desde la prehistoria y en que nos atrevemos a decir que el toro, esa figura de fuerza y virilidad han hecho que el ser humano sienta esa admiración como un animal sagrado y se haya rendido culto en las diversas civilizaciones. La fe no está exenta de esta unión. Son muchas las historias de milagros y apariciones de cristos, vírgenes y santos  ligadas con el mundo taurino y muchas más las festividades patronales que dentro de sus actividades se encuentra, en el aspecto formal o informal, un espectáculo taurino.

En México, cada 12 de diciembre, todo el país se vuelca para rendir pleitesía a la “Patrona de América”, la virgen de Guadalupe. Aquella alusión mística de la virgen María en cuyas apariciones, 4 en el cerro del Tepeyac y 1 en el pueblo de Santa María Tulpetlac en 1531, han pasado 492 años en que todos los mexicanos le veneramos, a tal punto de recibir la denominación de “guadalupanos”.

El toreo y la devoción guadalupana ha dando como resultado que en esa fecha se lleve una corrida cuyo propósito sea honrar a nuestra señora del Tepeyac, denominada corrida guadalupana.

Estas corridas han dejado episodios escritos con letras doradas en las páginas de la historia del toreo mexicano. Inclusive en 1956 se realizó la llamada Feria Guadalupana. Este serial taurino nació gracias a las importantes obras de reconstrucción que necesitaba la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Y en el que un grupo de personas encabezados por Guillermo Barroso Corichi formaron un patronato para darle forma a esta feria que recaudara fondos para las restauraciones del santuario.

El toreo de Cuatro Caminos fue la sede de esta primera feria que ha sido de las más recordadas por los aficionados que tuvieron la fortuna de presenciarla. No solo cumplieron el propósito benéfico, también lo artístico obtuvo cotas altas. Las faenas de Antonio Ordoñez con cascabel de San Mateo o Fernando de los Reyes  “el Callao” con gordito de Jesús Cabrera, son ejemplo de lo exitoso que fue esa primera feria. Posteriormente, en los años 1964, 1967 y 1968 se celebraron de nueva cuenta ferias guadalupanas en el mismo coso.

En la actualidad la corrida guadalupana que goza de mayor prestigio es la celebrada en León, Guanajuato.

Pero la fe guadalupana no solo se ve en estos festejos, también en los rituales que los toreros llevan a cabo antes de cada corrida. Son muchos los personajes del medio que han manifestado su fe a la morenita del Tepeyac. Dos ejemplos importantes de esto son José Tomás y David Silveti. El primero agradeció a la virgen tras salir del hospital, después de la grave cornada recibida en Aguascalientes en 2010 que casi le cuesta la vida. Pero el mayor arquetipo de fe guadalupana ha sido David Silveti. El rey David vivió una carrera accidentada gracias a las constantes fracturas de rodillas. Su fe derribo esta y muchas barreras, sorprendiendo a más de uno. Por ello, los aficionados le bautizaron como “El milagro guadalupano”.

La mayoría de los toreros antes de ir a la plaza, en la soledad del cuarto acuden a ella para pedir protección y ayuda para conseguir un triunfo importante. Ellos guardan dentro de esa mini capilla denominada Relicario junto a otras estampas, una imagen de la virgen de Guadalupe. No solo en el relicario, También acuden a la capilla de las plazas de toros donde suele haber una imagen de ella.

Pero los toreros muestran su creencia en la morenita del Tepeyac llevándola en la montera, en el corbatín, dentro de la casaca o en el capote de paseo. Pero el lugar más importante donde lleva, no solo una imagen, sino el fervor y devoción de la reina de México, es en el corazón.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*